El 17 de Marzo de 1992 la violencia irracional de unos pocos, produjo una nueva herida en la comunidad. En un mundo que se propone global y multicultural, se produce el contrapliegue de la aniquilación. La humanidad entera fue receptora de este desconocimiento de unos hacia otros y aún espera su respuesta. Estremecida la ciudad guarda por años un vacío, el mismo que cala hondo en cada uno de nosotros al caminar por la calle Arroyo. Hoy es posible abrir en este lugar, un espacio a la vida y a la memoria.